26 noviembre, 2015 | 14:10 hrs.
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La diversidad según Ernesto Silva

Un extracto de Aire nuevo para Chile, el nuevo libro del ex presidente de la UDI.

Por: Qué Pasa. Martes 24 noviembre 2015

Mañana Ernesto Silva lanza su libro. Aire nuevo para Chile: un recambio necesario (RIL editores), será presentado mañana por el ex canciller Alfredo Moreno y busca acelerar el recambio en la derecha nacional. Un libro que surge a partir de su experiencia de 10 meses al frente de la UDI, justo en el momento en que se desató la mayor crisis política de la historia del partido. «La tarde del 11 de marzo de 2015 di el paso más duro de mi carrera política, al anunciar públicamente que dejaba la presidencia de mi partido, la Unión Demócrata Independiente (UDI). Habíamos asumido solo 10 meses con la motivación de dar aire nuevo al partido político más grande de Chile, para iniciar una profunda renovación de ideas, estilos y liderazgos», dice en sus primeros párrafos.

Aquí un extracto en el cual el ex presidente de la UDI muestra su lado más liberal.

DIVERSIDAD: INELUDIBLE, IRREMPLAZABLE

Cualquier intento de hacerse cargo de mejor manera de nuestra identidad nacional debe partir desde la premisa básica de que la diversidad de la sociedad chilena es un hecho de la causa que no está en discusión. El Chile que conocieron nuestros padres es incomparable al actual que, a su vez, es sin duda muy distinto del que conocerán nuestros hijos y nietos.

Resumiéndolo mucho, podríamos decir que hoy es imposible cuantificar la multiplicidad de formas en que los chilenos viven sus vidas, de trabajos a los que se dedican, de cosas a las que aspiran, de causas que los motivan y de identidades que los definen. Eso es la diversidad.

No es casual, entonces, que parte importante de la agenda nacional de los últimos años haya estado marcada por temas que dan cuenta de esa enorme y creciente diversidad: minorías sexuales, derechos de género, reivindicaciones étnicas, tipos de familia, integración de adultos mayores, despenalización del aborto, legalización de la marihuana, derecho a la manifestación, inmigración de países vecinos, desigualdad de ingresos, tomas de colegios, candidatos no tradicionales, creación de nuevos partidos políticos, rol de las organizaciones ciudadanas, por nombrar unos cuantos.

En lo esencial, esto significa que somos una sociedad más rica y debemos celebrarlo. Pero también significa que enfrentamos nuevos desafíos, porque si antes se trataba de reconocer la diversidad (o más bien de tolerarla), hoy se trata sobre todo de valorarla y, más aún, de promoverla. La experiencia de las sociedades modernas, sin excepción, es que la diversidad es una fuente insustituible de progreso social, de riqueza cultural y de desarrollo. A juicio del estudioso norteamericano Scott Page:

«Debemos ir más allá de la tolerancia para hacer del mundo un lugar mejor (…) Cuando vemos a personas que piensan distinto a nosotros, que hablan otros idiomas, que tienen otras experiencias, formación y valores, deberíamos distinguir oportunidades y posibilidades».

Al respecto, es importante que el interés por integrar y potenciar la diversidad no se agote en los llamados derechos de minorías, como ocurre con demasiada frecuencia.

Nuestra sociedad es más diversa, también, porque las mujeres están ocupando espacios y cumpliendo roles que estaban virtualmente vedados para las generaciones anteriores, una de las características más positivas y esenciales de las sociedades modernas. Es más diversa, porque la realidad de los adultos mayores está cambiando a ritmo acelerado con los avances de la tecnología y la medicina, otro impacto positivo del progreso social. Y es más diversa, asimismo, porque cada vez más inmigrantes escogen a Chile como hogar permanente, uno de los efectos más valiosos de nuestra apertura a la globalización.

Creo que el balance de todos estos profundos cambios culturales, de esta explosión de la diversidad, es abrumadoramente positivo. Pero no podemos desconocer que al mismo tiempo plantean desafíos de distinta índole en ámbitos como la familia, el trabajo, la política o el gasto públic, entre otros.

El espacio para soñar es inmenso.