20 diciembre, 2016 | 7:53 hrs.
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«Jacqueline tiene la inteligencia para distinguir que va a ser la presidenta de toda la UDI, no de un grupo o facción; ojalá la dejen hacerlo»

El ex presidente del partido explica que su colectividad debe plantear una propuesta de futuro, que convoque a nuevos liderazgos sociales que hoy manifiestan un interés por lo público.

«La UDI no puede seguir encerrada, tiene que abrirse y salir al encuentro de la sociedad. Chile cambió y necesita una política abierta. Entre tomar la decisión de atrincherarse o abrirse, quiero una UDI que se abra», afirma el ex presidente de la UDI Ernesto Silva.

Durante los últimos meses, el diputado ha estado estudiando a los nuevos movimientos juveniles, sobre todo aquellos grupos que no participaron en la última elección, los que asegura deben ser convocados con una propuesta de futuro atractiva, que incluso podría plasmar en un nuevo libro.

«Los mejores momentos de la UDI se han producido cuando hemos sido capaz de convocar a personas que estaban fuera, a personas que han pensado distinto y que se han sumado a la causa. Desde su fundación, lo hizo Jaime Guzmán con Andrés Chadwick, lo hizo Hernán Larraín. Me pregunto, quiénes son los Larraín o Chadwick de hoy que la UDI debe ir
a buscar para sumar».

¿Quiénes son?
La UDI tuvo una primera generación que la lideró para hacerla crecer. Hoy tenemos que tomar la decisión de si vamos a dedicarnos a administrar, o vamos a seguir dando nuevos pasos. Quiénes son esos nuevos pasos, dirigentes sociales como Erika Muñoz, ex ministros, emprendedores, dirigentes de los gremios, y la comunidad. Hoy tenemos un país que tiene una sociedad civil mucho más viva, llena de liderazgos que buscan espacios y lugares donde sean acogidos para participar en la política. Esos son los liderazgos que la UDI debe convocar.

¿Una instancia para convocarlos es en la plantilla parlamentaria?

Cómo va a ser nuestra plantilla parlamentaria de 2017. Va a ser lo mismo de hoy, o vamos a tener la audacia de convocar a liderazgos nuevos, como lo hicimos antes al convocar a personas como los senadores Cariola o Arancibia. Llegó el momento de los liderazgos sociales, de la juventud, de la experiencia, del gobierno, de las intendencias, a sumarse por emprender una nueva etapa, promoviendo en Chile una agenda de convicciones anclada en la libertad, la dignidad, el mérito, la justicia y la solidaridad. Esos son los pilares del progreso que reflejan nuestra identidad, y que debemos plantear con fuerza.

A su juicio, ¿ese es el principal desafío de la nueva directiva de la UDI?
La UDI debe salir al encuentro de la sociedad con un discurso de futuro, tiene el desafío de mostrarse y ser un partido capas de incorporar. La directiva tiene una gran tarea en entender el cambio de Chile y cómo la UDI debe liderar los cambios que vienen. Los jóvenes nunca se han sentido convocados por cupos o cargos, se sienten convocados por ideas y convicciones. Hoy la pregunta es cuáles son esas ideas y convicciones con las que vamos a convocar a nuevos jóvenes a sumarse a la UDI. Yo no quiero que la UDI se transforme en un partido de máquinas, quiero que siga siendo un partido de convicciones.

Usted plantea sumar a ex autoridades del gobierno anterior, pero muchos de ellos han preferido volver al sector privado, algo que incluso ha generado autocríticas en su sector
Soy un optimista, y creo que la experiencia transformadora de un gobierno en la vida de las personas que pasan por él deja un huella total. La pregunta es si estamos abriendo los canales y espacios de participación para que esas personas sigan dedicadas al servicio público. Creo que la UDI debiera iniciar su trabajo programático para la próxima campaña presidencial urgentemente, para poder construir una propuesta de un nuevo Chile con nuestros valores. Hicimos un esfuerzo en la elección municipal, y si miras hoy hay varios ex ministros que fueron candidatos, como Joaquín Lavín, Evelyn Matthei, Loreto Seguel, mira a personas como Julio Dittborn o Félix de Vicente, que postularon a cargos de dirección en la UDI. En eso hay que perseverar e ir mucho más allá.

Una forma de sumarlos es con un discurso que termine con lo políticamente correcto y defienda sus convicciones, como planteó la presidenta electa de su partido, Jacqueline van Rysselberghe
Yo no me siento parte de una derecha acomplejada. La UDI tiene que ir adelante con sus convicciones, y debe atreverse a explicarlas a la sociedad en un lenguaje que convoque, de una manera que acerque, pero tiene que defenderlas con fuerza. También plantee en mi libro que la UDI tiene que volver a sus valores más básicos de la libertad, del mérito y la responsabilidad. La gente no quiere más lenguajes vagos, sino que mensajes directos, señales concretas, pero también quiere la apertura para entender que hay una sociedad distinta, que hay personas que quieren ser acogidas, que se requiere de un lenguaje que sea capas de expresarse hablándoles a distintos mundos.

Usted apoyó la lista del diputado Jaime Bellolio, quien planteó que la diferencia con Van Rysselberghe era que ellos planteaban una mirada de futuro y no una opción desde lo que la UDI había hecho en su historia. ¿Lo comparte?

Es un error pretender pelearse el patrimonio de la renovación, como también es un error pretender apropiarse del patrimonio de la historia. La historia, la identidad y la renovación son un mínimo que tiene que tener cualquier grupo humano que aspire a conducir la UDI, y tener el talento de transformar eso en algo constructivo de futuro. En la UDI se inició con nuestra elección de directiva, un proceso de renovación que no tiene vuelta atrás. Lo que hizo Hernán Larraín desde la presidencia fue excelente para ese proceso, pero hay que acelerar el ritmo. Jacqueline tiene la inteligencia para distinguir que va a ser la presidenta de toda la UDI, no de un grupo o facción, ojalá la dejen hacerlo. Ese talento lo va a tener que demostrar a través de sus decisiones concretas, siendo la primera de esas convocar a toda la UDI a un programa de gobierno que transforme el país. La UDI debe ser un partido que provoque un remezón y muestre las cosas que hay que cambiar, en salud, dignidad, crecimiento, delincuencia, educación, pensiones y todos los temas que les afligen a los chilenos.

¿El primer gesto debe ser incorporar a alguien potente de la lista de Bellolio?
Eso ya no pasó. Me parece razonable que se hubiera considerado esa opción, pero ya no paso. Hoy la lista de Jaime Bellolio tiene un derecho reglamentario a incorporar por derecho propio un vicepresidente a la directiva, dado que obtuvo el 38% de los votos. Obviamente, habría sido mejor que la primera señal fuera de unidad y de convocatoria amplia.

¿Quién es la persona indicada para sumarse a la nueva directiva?
Creo que quien mejor cumple las condiciones sería Guillermo Ramírez. Demostró un trabajo extraordinario con Hernán Larraín, les dio confianza a todos los que interactuaron con él, llevó adelante una negociación municipal excelente. Instaló en la práctica el desarrollo de Chile Vamos con los otros partidos, y logró un resultado municipal que simplemente me parece sólido. Es una persona cuya voz ha ganado un espacio a través de la consistencia y el trabajo en beneficio del proyecto, pero esa es una decisión de la lista que compitió.

¿Le hace bien a la UDI volver al debate de cuánto pueden influir los coroneles?

Hay que dejar atrás los mitos de una vez por todas. Un proyecto que ha tenido liderazgos extraordinarios, pero que tiene que mirar al futuro no tiene que centrarse en el rol de uno, dos o 10 personas sobre lo que ha pasado. Tiene que pensar cómo, en base a buenas ideas, liderazgo y energías, se convoca al futuro. En eso soy partidario de que Chile necesita aire nuevo y el aire nuevo tiene que ver con sumar nuevos liderazgos, pero convocar a todos.

En su partido han dicho que el resultado de esta elección con un militante un voto fue igual a la que se dio entre Juan Antonio Coloma y José Antonio Kast.
La UDI puede elegir entre seguir administrando lo que tiene o tratar de crecer y convocar a muchas personas. Soy partidario de lo segundo y hacerlo con todos.

A su juicio, ¿cómo debe ser el rol opositor que despliegue su partido?
Durante el primer año del gobierno de Michelle Bachelet plantee que había que ser directo como opositores, rebelándonos a que Chile se estancara en la mediocridad. Hoy tenemos que salir con fuerza a seguir explicando por qué las malas reformas que se siguen haciendo son dañinas para el país. Tenemos que explicar las consecuencias de las reformas negativas que propone la izquierda, y plantear una alternativa de futuro. Es urgente que la UDI en enero tenga las bases de su propuesta programática para poder convocar y demostrarle al país cómo vamos a liderar los nuevos cambios. Ojalá que esos sean los pilares del programa de gobierno de quien lidere nuestra campaña presidencial después de la primaria de Chile Vamos.

¿Esa defensa de sus convicciones hipoteca eventuales acuerdos con el gobierno?

Siempre he creído que los partidos que hacen cosas políticamente incorrectas por convicciones perseveran. Algunos se tratan de subir a la ola de la Nueva Mayoría en vez de enfrentar esa ola y cruzarla. Creo que la UDI debe ir de frente en los temas y siempre estar disponible para arriesgar costos políticos de popularidad si actúa con convicciones buscando el bien del país. Un partido con convicciones no tiene que tener miedo a llegar a acuerdos cuando le convienen al país, y tampoco a negarlos cuando se trata de una reforma muy dañina.

¿La UDI debe tener un candidato presidencial?
Si la UDI acelera el ritmo de tener una agenda de propuestas para transformar Chile, va a ser natural que surja un liderazgo para representarlo. Si no hacemos eso, no tiene ningún sentido tener liderazgos presidenciales. Hoy lejos el mejor posicionado es Sebastián Piñera, es un liderazgo que hay que cuidar porque es el más probable futuro Presidente de Chile, pero creo que a Chile Vamos le haría muy bien una primaria donde se discutan ideas y participen todos los precandidatos del sector. La UDI tiene que evaluar la opción de llevar un candidato a esa primaria, y tenemos que discutirlo en enero. Mientras no hagamos un trabajo de propuestas de futuro para liderar cambios, no vale la pena hablar de nombres.

Publicada en El Mercurio (19.12.2016)