13 septiembre, 2013 | 15:26 hrs.
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Nuestros próximos 40 años

La conmemoración de los 40 años del 11 de septiembre de 1973 deja un sabor amargo. Días y semanas de debate público sobre la interpretación del pasado, y muy pocos segundos sobre la construcción del futuro, en un país que necesita a gritos mirar unido hacia adelante. El debate ha sido -a mi juicio- estéril y poco conducente. La pretensión de cualquier sector político de imponer una visión unilateral de la historia reciente es un error, un abuso y evidente fracaso. No se entiende el gobierno militar sin el gobierno de la unidad popular, ni se entiende el rol de Pinochet sin el de Allende.

Por ello, el desafío respecto del pasado es -en primer término- respetar las distintas visiones sobre lo sucedido en nuestro país, pero al mismo tiempo entender que nuestro futuro se construye desde la historia vivida, no sobre el pasado deseado. La izquierda chilena ha intentado imponer una visión única sobre los años sesenta al noventa en Chile, buscando deslegitimar la posición moral de los partidarios de las ideas de centro derecha en nuestro país, especialmente de la candidatura presidencial del oficialismo. Por eso ha insistido tanto en levantar el tema de septiembre de 1973, como una forma de buscar imponer hoy una inexistente superioridad moral que le permita generar legitimidad social e influencia. Sin embargo, ese esfuerzo lo intenta construir desde el abuso y la desconfianza, elementos críticos en la construcción de un capital social que permite el avance de las sociedades. Pareciera muchas veces que la izquierda chilena está más cómoda debatiendo y dividiendo sobre el pasado que construyendo hacia el futuro.

Todo esto nos ha llevado a ser parte de un sistema político no reconciliado con el pasado, y limitado para proyectarse unido hacia el futuro. Si se observa la realidad de nuestro país, sin embargo, los ciudadanos -a diferencia de los políticos- sí están reconciliados, independiente de la visión que cada cual tenga sobre lo sucedido en nuestro pasado cercano.

Los chilenos quieren mirar a futuro. Por eso este mes de septiembre y esta incipiente primavera se presentan como un mes de contrastes. Por una parte, los debates sobre el pasado. Por otra parte, las ganas de celebrar las Fiestas Patrias, avanzar en oportunidades para cada una de las familias y construir un país con más proyecciones y desafíos hacia el futuro.

Los pilares centrales del futuro de nuestro país están en la generación de una sociedad de confianza en las personas y en las instituciones, y en la construcción conjunta de un desafío como sociedad. ¿Qué metas nos gustaría alcanzar en 40 años más, el 11 de septiembre de 2053? El verdadero debate que estamos llamados a enfrentar en los próximos años no es cuál es la interpretación más adecuada sobre el pasado, sino cuáles son los verdaderos desafíos que los chilenos quieren y pueden abordar, y la forma en que queremos hacerlo.

Por eso la elección presidencial es tan importante, porque ofrece una oportunidad no sólo para contrastar puntos de vista, sino para avanzar en la construcción de miradas del Chile que queremos. Ese país que ha progresado, que ha sido consistente en una estrategia de desarrollo, que ha permitido una mejora notable en la calidad de vida de los chilenos, que es reconocido internacionalmente por su progreso, y que actualmente se debate entre continuar avanzando gradual -pero sostenidamente- hacia el desarrollo, o producir un cambio radical e iniciar todo de nuevo como propone en la práctica la candidata Bachelet.

Hemos avanzado mucho como país en un largo camino como para perder ahora el rumbo. En la ruta al desarrollo y las oportunidades, la clave está en la consistencia, en la confianza en las personas y en asumir que el crecimiento económico, la creación de empleos e instituciones sólidas y estables son los mejores instrumentos para colaborar al progreso de la sociedad y de cada uno de sus integrantes.

Diputado Ernesto Silva M (Diario Financiero) – 13 de Septiembre 2013.