23 julio, 2010 | 10:36 hrs.
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El riesgo de los independientes y los díscolos

Después de cuatro meses de gobierno y de una decena de proyectos de ley que el Ejecutivo ha enviado al Congreso, se puede hacer un primer balance de la estructura de los bloques políticos y del proceso de negociación que está teniendo lugar. Por ejemplo, podemos observar que la nueva conformación de bloques políticos se caracteriza por la combinación de dos grandes bloques (Coalición y Concertación), y un nuevo grupo de parlamentarios independientes del PRI y otros que están tratando de jugar un rol bisagra en la negociación de los procesos políticos. En la actual legislatura, no pareciera existir una mayoría estable y predecible en la Cámara de Diputados, sino más bien un equilibrio inestable.

Cuando sucede esto último -la falta de mayoría estable- es natural la tentación de muchos dirigentes políticos de influir de forma decisiva en los procesos de discusión y negociación, y para ello lo relevante es darle un valor lo más alto posible a su voto en el Congreso. Por ello, hoy existirían incentivos para ser independiente y negociar de forma individual el voto en el Congreso, porque su “valor” marginal es más alto. Sin embargo, esto también tiene riesgos.
Cuando el sistema democrático chileno se construye sobre la base de coaliciones y mayorías, lo que logra es una negociación y una búsqueda de acuerdos en base a los grandes conglomerados políticos. Cuando, en cambio, lo que se busca en sembrar mayoría sumando pequeños votos o los votos uno a uno a través de los votantes independientes o los nuevos díscolos -o “discolitos”-, lo que se produce es el riesgo de tentar a más personas en transformarse en independientes y alterar su poder de negociación para discutir con un gobierno o con una coalición el intercambio de su voto por favores o beneficios para su electorado específico.

Cuando la política se transforma en este proceso, se pierde predictibilidad y consistencia en los proyectos. Esto sucede porque un determinado proyecto de ley puede ser aprobado hoy con el voto de independientes que negociaron ciertos beneficios para sus localidades, el mismo proyecto puede ser rechazado el día de mañana si los independientes o votantes bisagras no logran los beneficios que esperan. A igual contenido de un proyecto de ley, se pueden lograr resultados distintos según cuántos beneficios anexos se les concedan a los independientes. Ahí radica uno de los grandes problemas de los votos bisagras y de la falta de acuerdo entre las grandes coaliciones.

Por eso estimo que la situación política actual llama a la reflexión de revivir la lógica de los grandes acuerdos y de la unidad nacional, y no dejarse tentar por el intercambio de votos por favores. El país fue invitado por el presidente Piñera la misma noche en que salió elegido a dar un gobierno de unidad nacional. Ahora es tiempo de concretar esto en la forma en que funcione el Congreso y la política.

La salida de la bancada UDI de la diputada Marta Isasi y su incorporación al comité independiente en los últimos días, nos muestra que éste es un problema vigente.

Cuando hay incentivos para transformarse en independiente y cuando existe una lógica de votos marginales para construir acuerdos, lo que sucede es que la democracia se transforma en poco predecible y pierde uno de sus grandes atributos: predictibilidad y consistencia.

Diputado Ernesto Silva (Diario Financiero) – 23 de julio 2010.