
Inscripción automática y voto voluntario: Ahora depende de los jóvenes
Son contadas las veces en que fuertes remezones sacuden nuestros sistemas políticos. La aprobación del proyecto de ley de inscripción automática y voto voluntario, es sin duda, una de ellas.
La aprobación y concreción de esta ley, es tal vez una de las reformas más significativas que ha vivido nuestro sistema, y es la llamada a abrir las puertas de la democracia chilena.
La entrada de aire nuevo al sistema político luego de 20 años viene muy bien, no sólo porque significa la entrada de nuevos liderazgos -sobre todo de jóvenes que tendrán en sus manos la oportunidad de ser referentes y protagonistas-, sino también por la llegada de un nuevo discurso político, que le hablará a un sector distinto del tradicional, cuyas demandas distan de ser las ya conocidas.
Esta reforma nos presenta un enorme desafío, al incorporar a 4.500.000 personas, de las cuales casi un 65% son jóvenes. Hasta hoy, éstos representaban cerca del 9% del padrón electoral chileno, reflejando bajísimos niveles de participación juvenil, muy contrario a lo que ocurría hace 20 años atrás, cuando la participación política de los jóvenes entre los 18 y 29 años alcanzaba un 33% en las elecciones presidenciales de 1989.
Según datos de la VI Encuesta Nacional de la Juventud del INJUV, los jóvenes hoy no participan de los procesos eleccionarios por desconfianza y desinterés en la clase política y su sistema, auto marginándose de la toma de decisiones. Resulta fundamental entonces bajar las barreras de entrada que significaba el sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio, para pasar a un sistema de inscripción automática y voto voluntario, dejando en manos de la clase política la gran tarea de convocar y motivar a los jóvenes a sentirse parte de los cambios y desafíos de nuestro país bajo un marco institucional.
En este sentido, aumentar la participación juvenil en los procesos eleccionarios para generar mayor representatividad resulta primordial dada la contingencia vivida durante el último año. Los partidos y coaliciones políticas tendrán la obligación de aumentar sus esfuerzos orientados a la formulación de ideas y propuestas que logren entusiasmar y movilizar a la urnas no sólo a los 2.800.000 jóvenes que ingresan a nuestro padrón electoral, sino a los más de 12.000.000 de personas que estarán en condiciones de ejercer su voto.
Fortalecer y modernizar nuestra democracia y sus instituciones es el objetivo al que estamos llamados políticos y ciudadanos; a ejercer nuestro derecho a votar con libertad y responsabilidad en pos de un sistema más participativo y representativo, que de la oportunidad de entrada a nuevos liderazgos y referentes, protagonistas de una sociedad civil más amplia e inclusiva.
No olvidemos que votar será ahora un derecho de todos los ciudadanos, y como tal debe ir de la mano de una gran responsabilidad en nuestras decisiones, ya que una elección fundada en la contingencia o en la mera simpatía puede significar “pan para hoy y hambre para mañana”.