24 octubre, 2013 | 11:25 hrs.
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Educación: SIMCE, protestas y futuro

03/06/2010.

Las manifestaciones por despidos en el Ministerio de Educación y los resultados del SIMCE vuelven a poner los problemas de la educación en la opinión pública.

En el SIMCE, los resultados no sorprenden. Son malos, así de simple, aunque existan leves mejoras en algunas pruebas. Lo interesante –a mi juicio- ha sido la forma en que el Ministerio presenta la información. Simplificar la explicación ayuda mucho, especialmente a los padres. Por ejemplo, mencionar que más del 60% de los niños de octavo básico no logra el nivel esperable en sexto básico en matemáticas, nos permite entender la magnitud del problema. De igual forma, indicar que sólo 1 de cada 40 alumnos de nivel socioeconómico bajo alcanza el nivel esperado de aprendizaje, es muy clarificador de lo que se requiere mejorar. El SIMCE de este año simplemente nos recuerda que la calidad de la educación está muy mal, y que lo hecho por la Concertación no sirvió para mejorar la calidad.

En otro ámbito del debate, ha habido protestas y presiones por los cambios que está haciendo el Ministerio en los equipos de trabajo. En primer lugar, los cambios están dentro de las facultades del Ministerio. En segundo lugar, cuando la calidad de la educación está en este estado, efectuar cambios no sólo es un derecho, sino un deber. En mi opinión, el gobierno debe hacer todos los cambios que estime necesarios y que se encuentren dentro de sus facultades. La protección del empleo público no puede ser una excusa para proteger el desempeño deficiente, los cargos y funciones duplicadas, etc.

A futuro, y desde ahora, lo que se requiere es cambio. Cambio en las instituciones (aprobando la ley de calidad pendiente en el Congreso por rechazos de la Concertación), cambio en las reglas del juego en materia de profesores (modificando el Estatuto Docente), cambio en lo que sucede en la sala de clases.

Cuando el tema de la educación se mira desde la ideología y desde los gremios, el debate se entrampa y los cambios se dificultan. Cuando la educación se piensa desde los niños y desde los padres, el debate se abre y es posible avanzar en los cambios.